¿Es bueno
mentir a un niño sobre la causa de la muerte de una mascota? Por ejemplo
decirles “se ha escapado”, se ha ido con alguien que lo va a cuidar muy bien...
No suele ser aconsejable mentir al niño, en
primer lugar, porque estaremos dando un mal ejemplo cuando más tarde o más
temprano descubra esa mentira. Por otro lado, es importante entender que el
fallecimiento de un animal de compañía es a menudo la primera experiencia que
un niño tiene con la muerte, por eso es muy importante aprender a gestionar
esta situación de una forma clara, bien sea para poder superar este evento
traumático concreto, como para crear un punto de inflexión en donde podamos preparar
el terreno para normalizar los fallecimientos de seres cercanos que sucederán a
lo largo de la vida del niño.
¿Cómo hay
que plantear la muerte a los niños? ¿Cómo hay que empezar a contárselo? ¿Qué
momento del día?...
Hay que plantearlo de forma natural, sin rodeos
ni detalles que edulcoren la situación. La muerte es parte ineludible de la
vida, no es aconsejable proteger al niño de las pérdidas, pues tarde
o temprano van a aparecer en su vida, retrasar su normalización puede hacer que
el niño tenga más dificultad para gestionar duelos futuros por sí solos. Podemos
dar la información de forma gradual, comenzar por contarle lo que consideremos
esencial, y después, podremos ir añadiendo más detalles si preguntan.
Lo que sí es recomendable es que cuando vayamos
a comunicarlo cuidemos el contexto de la situación. Por ejemplo, es importante
hacerlo en un lugar íntimo para que puedan expresar lo que sientan con total
libertad. Además, es habitual que en una situación de pérdida, nosotros mismos estemos
invadidos por emociones muy intensas (tristeza, desesperación, etc. ), lo ideal
es transmitir la noticia con calma, podemos estar tristes, pero es importante
evitar las explosiones emocionales que puedan resultar demasiado excesivas o
desbordantes. Si lo hacemos así, el niño podrá procesar mucho mejor la
información y evitaremos que aprenda ese modo de respuesta emocional tan
intensa en otras situaciones futuras que puedan resultar traumáticas
En cuanto al mejor momento para comunicar la
muerte a un niño, se recomienda comunicar la noticia lo antes posible, en lugar
de esperar horas o días, no deberíamos excluirlos de aspectos importantes de
las cosas que sucedan en la familia ya que eso puede complicarnos el manejo de
otras situaciones más adelante. Si es una muerte previsible, es decir, si la
persona se encuentra en un estadio terminal de una enfermedad, podemos ir
adelantando al niño lo que va a suceder.
Después de comunicarlo es importante intentar seguir
con la rutina de los niños e intentar volver a la normalidad lo antes posible.
Aunque los primeros días debemos ser más comprensivos y flexibles.
¿A partir
de qué edad los niños empiezan a comprender que su mascota ya se ha ido para
siempre?
Los niños en edad preescolar ven la muerte como
algo temporal, no son aún capaces de asumir la muerte como algo que es para
siempre. Es importante que no utilicemos eufemismos como "se durmió", "…viajó
al más allá" precisamente para no reforzar el pensamiento de que el
fallecido puede volver. Los niños en edad escolar comienzan a entender la
muerte como un final pero quizás no entiendan que es
universal, es decir, que también les va a pasar a ellos también y al resto de seres
vivos.
Ya a partir de la pre- adolescencia y en la
adolescencia se empieza a entender la muerte al mismo nivel que los adultos, el
problema en estas edades es que puede existir una gran resistencia a expresar
cualquier emoción al respecto.
¿Es bueno
comprar o adoptar otra mascota para suplir el dolor? ¿Y por qué?
El fallecimiento de nuestra mascota es algo que
repercutirá en todos los miembros de la familia, hay que tener en cuenta que no
todos nos sentiremos de la misma forma y no todos lo superaremos al mismo
tiempo o de la mejor de las maneras.
Cada familia es un mundo y no hay una norma
escrita sobre la forma de proceder en estos casos, pero en líneas generales, lo
mejor es darse un tiempo, normalizar la situación y adaptarnos a la rutina sin
él, no deberíamos tomar decisiones precipitadas o sucumbir en
un ataque de pasión ante el impulso de traer un nuevo animal a casa con la idea
de intentar reponernos del fallecimiento de la anterior mascota. De hecho, hay
que entender que, hagamos lo que hagamos, no podemos reemplazar a nuestro
amigo, igual que tampoco podríamos reemplazar a una persona, cada ser es único.
Si nos precipitamos en este aspecto podemos caer en un error que pagaríamos
tanto nosotros como la nueva mascota.
Cuando pase un tiempo y sintamos que la situación
se ha normalizado, será cuando podamos empezar a barajar la idea de adoptar otro
animal de compañía, eso sí, haciendo partícipes a nuestra familia y valorando la
postura de cada miembro con el fin de llegar a un consenso y tomar una decisión.
¿Es mejor
hablarlo abiertamente o adaptar nuestro lenguaje al suyo?
Simplemente debemos contarles la verdad, pero adaptada
a su lenguaje y a su forma de entender las cosas. Es importante
facilitar la expresión emocional del niño y responder a todas las preguntas que
puedan surgir sobre la muerte. Si hay algo que no sepamos contestar, podemos
reconocérselo y tratar de buscar una respuesta juntos. La muerte se
puede explicar fácilmente en términos de ausencia de funciones vitales que los
niños conocen: las personas y los animales se mueren cuando ya no
respiran, no comen, no hablan, no sienten; cuando los perros se mueren
dejan de ladrar y correr, etc.
Es importante dejar claro que la muerte es algo
definitivo e irreversible y que es algo universal, es decir, que nos va a
suceder a todos cuando llegue el momento, también es importante aclarar cuáles
son las causas de la muerte, para que no piensen que esto les puede suceder
inminentemente sin explicación alguna. La falta de comprensión de estas ideas puede
afectar su capacidad para procesar lo ocurrido y afrontar sus sentimientos. Por
ello es necesario dejar claro el concepto de lo que significa morirse y para
ello hay que cuidar algunos aspectos de nuestro diálogo que pueden causar malos
entendidos:
es preferible
evitar expresiones como por ejemplo:
·
“Se ha dormido para siempre”, No es bueno
comparar la muerte con el sueño, el descanso eterno o el descansar en paz. Un
niño puede sentirse confundido y empezar a tener miedo de irse a la cama o
echar una siesta, o tener miedo de que si se queda dormido no despertará.
·
"Se murió porque estaba enfermo". Los niños
en edad preescolar no distinguen entre las enfermedades pasajeras y las
mortales Es útil aclarar que solo una enfermedad grave puede causar la muerte
para no generar en ellos una preocupación innecesaria.
·
"Se lo ha llevado Dios al cielo". Los
niños pequeños tienden a entender las palabras literalmente, y declaraciones
como esta pueden asustarle y hacer que crean que Dios también vendrá a
llevárselo a él.
¿Es
conveniente hacer alguna actividad para recordar a la mascota (dibujos,
rituales de despedida, álbum de fotos…)? ¿Esto en qué medida les ayuda?
Es aconsejable que exista algún evento
significativo que marque el cierre de un ciclo de luto, los rituales son
algunas de las formas más significativas que tenemos para hacerlo y para además
ofrecer un reconocimiento sobre la vida de alguien. En el caso de los animales
de compañía no existen rituales socialmente definidos para despedirnos, pero las
familias pueden crear los suyos propios
Puede organizarse un pequeño funeral, dispersar
las cenizas de la mascota, plantar un árbol para recordarlo, crear un álbum de
fotos y podemos realizar alguna actividad conmemorativa en ese evento como
puede ser un dibujo, una figura de plastilina o cualquier manualidad que se
pueda hacer en grupo y lleve un rato terminarla. Se trata de celebrar una
pequeña ceremonia familiar, en la que todos se sientan arropados y apoyados. Esa
es una forma de procesar la pérdida y honrar el lugar que tenía la mascota en la
familia, y de que los niños sientan que no están solos y que la ayuda de su
familia es importante para afrontar las situaciones difíciles
Con el fin de que se normalice la situación es
importante que la mascota ausente no se convierta en un tabú, ni para la
familia, ni para el niño. No se trata de sacar la conversación
intencionadamente, si no de hablar con naturalidad y normalidad de la mascota,
sin afectación, ni tristeza, pero con cariño.
¿Pueden
surgir pesadillas o algún otro problema en los pequeños tras fallecer la
mascota? ¿En este caso, qué hacer?
Por supuesto, pueden surgir
pesadillas, ansiedad, o dificultad para dormir. Para prevenir esto es muy útil que
le ayudemos a recordar a su mascota sonriendo, los momentos en familia pueden servir
para reforzar esa idea tratando de rescatar anécdotas que suelen quedarse en el
recuerdo. Otra herramienta muy útil son los cuentos, siempre podremos encontrar
alguno con un argumento en consonancia con su edad y que pueda servir de ayuda
para que entienda mejor la situación. El objetivo es en todos los casos el
mismo: aprender a recordar a nuestra mascota con alegría, destacando lo que
hacía bien, lo que hacía mal y lo que hemos experimentado cuando estaba viva. Es
importante asociar algunas estrategias que orientadas hacia emociones positivas,
por ejemplo, dejar patente que si no le olvidas, de alguna forma, siempre te
acompañará.
Hay que tener en cuenta que, en
algunos niños, los momentos emocionales vienen y van; puede llorar durante unos
minutos y luego volver a jugar o hablar de otras cosas al siguiente instante. Para
poder discernir cuando hay un sentimiento negativo persistente es muy importante
que los padres estén pendientes de las expresiones que surgen en los niños al
jugar, el juego es el lenguaje de la infancia por excelencia y puede representar
una potente herramienta proyectiva. Si las emociones negativas o los síntomas de
pesadillas y ansiedad persisten, habrá que considerar buscar ayuda psicológica de
algún profesional.
Miguel Ángel Garabal - Psicólogo Sanitario
EQUILIBRIUM PSICOLOGÍA
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